lunes, 2 de junio de 2008

Marcelo Birmajer. El Pacto.


El pacto
-¿Recuerdas a Neco?- me preguntó mi amigo Toribio.

-Con pena- respondí.

Neco había sido el profesor de historia, en el secundario, de una pequeña barra de amigos que, con idas y venidas, nos habíamos mantenido unidos por más de veinticinco años. Admirábamos y queríamos a Neco por su modo divertido pero respetuoso de enseñarnos. Solía repetirnos, basándose en casos históricos: “El ahorro es la base de la fortuna”. Y dicha por él, la frase sonaba sabia y verdadera. Fue la única materia que no sólo aprendí sino que también disfruté a lo largo de ese calvario que fue para mí la enseñanza formal. Dejamos de verlo poco después de su casamiento. Se había casado con Abelarda, la mujer más hermosa de la que habíamos tenido noticia hasta entonces. Neco tenía veinticinco años y Abelardo, 23. Como alguna vez había venido a buscarlo a la salida del colegio, tuvimos ocasión de admirar no sólo el talento docente de Neco, sino también su ojo para elegir esposa. Era evidente que cualquier mortal que viera pasar a Abelarda pensaría en ella por el resto de su vida. Pero sucedió una desgracia: la joven esposa se dejó tentar por un actor en ascenso, y el chisme llegó incluso a las aulas.

Neco abandonó el colegio, siempre creímos que por vergüenza. Por algún motivo, a los hombres les resulta insoportable mirar a la cara a otros hombres luego de sufrir uno de estos percances.
-Pues sigue casado con Abelarda- me confió Toribio.

-¿La perdonó?- pregunté, como si todo hubiera sucedido ayer, y no
hacía treinta años.

-No exactamente- respondió Toribio- Cuando Neco la descubrió, ella suplicó perdón. Explicó que todos la pretendían, todos le ofrecían la luna, y por única vez había caído. Pero amaba a Neco, y quería seguir casada y tener hijos. Entonces Neco le ofreció el siguiente pacto: 1) la perdonaría a cambio de que no lo hiciera nunca más. 2) A partir de los cuarenta años, él podría acostarse con cuanta mujer quisiera.

“Abelarda, con la guardia baja, aceptó. Faltaba tanto… Hoy Abelarda, a punto de cumplir cincuenta, es una mujer muy venida a menos, no supo cuidarse. Neco en cambio es un encantador hombre maduro. Tiene una novia de veinte aún más bonita que Abelarda”.

- No me lo creo- se me escapó.

- Deberías verla- insistió Toribio- Y Neco mantiene su familia, con Abelarda, en completa armonía: dos maravillosos hijos varones.

- ¿Lo viste feliz?- pregunté.
- Y sabio- confirmó Toribio- Me dijo: “Como decíamos ayer: el ahorro es la base de la fortuna”.

No hay comentarios: